EVA GONZÁLEZ - SALCEDA DE CASELAS La pugna por el liderazgo entre los barrios rivales de A Feira y Castro Barreiro, de Salceda de Caselas, escribió ayer una página más en su larga historia, ofreciendo un espectáculo inspirado en las historias de actualidad que conciernen a las familias reales de España e Inglaterra, en un desfile que fue de los más rápidos de la última década.
Castro Barreiro lo abrió con su carroza-orquesta que llevaba pintados los bustos del los reyes españoles, como aperitivo. En otra representaron como a Urdangarín y a la infanta se les cae la casa. Su comparsa vestida en color rojo fuego demostró las horas de ensayo de los últimos meses, con una cuidada coreografía, contemplada por cientos de personas que se concentraron en la Praza do Concello para seguir de cerca el espectáculo de color y música.
Animadores de los dos barrios no cesaban de jalear a los participantes, atribuyéndose la mejor representación.
A Feira le siguió a la zaga, con una gran carroza que portaba casi como mascarón de proa una enorme figura representando a la reina Isabel de Inglaterra, de mal humor, con gesto de protesta en este 60 aniversario de su reinado. En la misma carroza, un castillo, un carro con caballo portando un barril de whisky. Detrás la comparsa de caballeros escoceses, con sus "kilt" y boinas a cuadros. Chicas con falditas a pliegues y toda la orquesta en la misma sintonía.
El maquillaje es uno de los aspectos más cuidados por los dos grupos.
Entre la gente, niños y niñas disfrazados gozando de un día más de fiesta y también mayores, incluida una joven con traje de policía que entrevistaba a uno de los participantes.
Este año no se colocaron gradas, pero si hubo sillas para algunas personas.
Después llegó la hora de las coplas que todos esperan, en las que brilló la picaresca.
La tarde se alargó hasta culminar con todo el programa pensado y trabajado desde el mes de diciembre por los dos barrios, a escondidas.
De ahí la expectación que rodea esta puesta en escena y todo el desarrollo en el que participan más de un centenar de personas de todas las edades.
El mérito les rodea. Ayer pudieron verse los trabajados trajes y adornos hechos manualmente, al igual que las carrozas y todos los elementos que figuran en ellas. Los nuevos materiales ayudan a crear formas perfectas que tienen sólo una tarde de vida.
En Salceda, durante unas dos horas, nadie se acordó de la crisis y de los malos momentos. El buen humor y espectacularidad de los protagonistas lo impidieron. Hoy es otro día y los disfraces se han guardado, pero las mentes de unos y otros ya empezaron a trabajar para hacer posible una próxima edición de este encuentro que se vive intensamente desde tiempos remotos y que ha sabido amoldarse al paso de los años, sin perder su intriga y atractivo.
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