Martin Sheen tardó mucho tiempo en recorrer los escenarios de los que tantas veces le había hablado su padre. Pero ahora compite con su hijo Emilio Estévez por ver quién de los dos es «más gallego». A favor de este último, que cultiva pimientos de padrón.
La penúltima vez que Martin Sheen presumió de su ascendencia fue hace dos semanas. Lo hizo con voz y taquígrafos con motivo del estreno en Nueva York de su última película, The Way. «Me siento extremadamente orgulloso de ser gallego», dijo. Tal vez un poco más orgulloso desde que ha recorrido los rincones que durante muchos años solo tuvo oportunidad de pisar a través de los recuerdos de su padre, Francisco Estévez, un emigrante de Parderrubias, la parroquia más rural de la rural Salceda de Caselas (Pontevedra), que cruzó en Atlántico en busca de oportunidades antes de cumplir los 20.
Precisamente en la misma finca de Parderrubias en la que nació su progenitor en 1898 pasó Martin (en realidad Ramón Antonio Gerardo Estévez, ya que nunca se cambió el nombre en el Registro) su 71 cumpleaños. Hace tiempo que la humilde vivienda que ocupaba la familia a finales del siglo XIX terminó reducida a escombros -«estaba justo aquí, pegada al muro», le explicaba el propio Sheen a la periodista sobre el terreno- para ser sustituida por otra más amplia y moderna en la misma parcela. El el momento en que se estaba levantando la nueva casa, a mediados de los sesenta, regresó por primera vez a España Francisco Estévez. «Quería supervisar la construcción», explica Carmen, hermana menor y ojito derecho de Martin. Hacía medio siglo que el padre del actor no pisaba su tierra.
La casa paterna
Carmen y Ángel, su marido, que residen en Madrid, son los que realmente disfrutan de la casa. No perdonan el mes de vacaciones en Parderrubias. También se ocupan de la intendencia, incluido el cuidado de las viejas viñas que circundan la finca y que surten de vino a toda la familia. «En un año bueno como este podemos sacar unos 400 litros», comentaba Ángel el pasado 3 de agosto minutos antes del desembarco en la propiedad de Martin Sheen. Este hace años que no bebe alcohol, así es que no pudo valorar la calidad de las distintas cosechas. El actor no llegaba solo, lo hacía acompañado por un equipo de rodaje. Volvía a ser el protagonista principal, pero esta vez no de una historia de ficción, sino de la suya propia.
Expertos genealogistas invirtieron muchos meses en diseccionar centenares de documentos en archivos y hemerotecas en busca de los ancestros de Sheen. Lo hicieron no solo en Galicia, sino también en Irlanda, país natal de su madre. El resultado del trabajo, que forma parte de la serie televisiva Quién crees que eres, se estrenará el próximo año en la cadena americana NSC. Será otro momento propicio para que el protagonista de Apocalypse Now presuma a lo grande de sus orígenes. Y, tal vez, de reunir a los miembros más directos de su familia, sus cuatro hermanos (fueron diez pero cinco han muerto) y sus tres hijos. Todos, claro, son protagonistas, porque todos saben que por sus venas corre sangre gallega.
Apellido común
Seguro que también se seguirá con mucho interés desde este lado del Atlántico, en particular desde Salceda de Caselas, donde el apellido Estévez es uno de los más comunes. No hay más que darse un paseo por el cementerio y echar un vistazo a las lápidas. Es algo común en localidades pequeñas, donde los lazos familiares en segundo, tercer y hasta cuarto grado suelen ser habituales.
Solo en este contexto se explica, a juicio de Carmen Estévez, la afirmación de un lucense que asegura que podría ser su hermano. Puede ser cierto que en ambos casos coincida el nombre y el primer apellido del padre, pero el calendario demuestra que el parentesco es imposible. Francisco Estévez emigró a Cuba (el salto a Estados Unidos se producirá después) cuando tenía 17 o 18 años, esto es, entre 1915 y 1916, lo que implica que un hipotético hijo gallego del progenitor de los Estévez tendría que haber soplado ya no menos de 95 velas. Carmen, que prefiere no entrar a valorar «afirmaciones absurdas», apostilla que imaginar una situación así es no conocer a su padre. «Nunca habría abandonado a su familia», advierte. El matrimonio formado por Francisco Estévez y Mary Ann Phelan tuvo diez hijos. Martin Sheen, que nació en Dayton (Ohio) el 3 de agosto de 1940 es el séptimo. Carmen, la pequeña, es la única mujer. En la actualidad solo viven cinco -«el último falleció el año pasado»-, de los que dos residen en California, otros dos en Ohio y una en Madrid. También fallecieron ya todos los hermanos de Francisco. Sí tienen muchos primos, tanto en primer grado como en segundo, diseminados por distintos países, alguno de los cuales reside en Galicia.
Española
Aunque viaja a Estados Unidos con frecuencia para estar con la familia, sin ir más lejos la semana pasada estaba allí, Carmen se siente muy española. Fue la primera que sintió el gusanillo de visitar la tierra de su progenitor, así es que eligió España como destino de su viaje de fin de carrera. Una de las paradas de aquel viaje iniciático fue Valencia. Allí conoció a Ángel Fuentes que, casualmente, también había elegido la ciudad del Turia para celebrar su licenciatura. Hubo flechazo, así es que aunque Carmen regresó a América, no tardó en volver. Antes de casarse hubo idas y vueltas por una y otra parte durante un tiempo hasta que, al final, terminaría quedándose para siempre.
Carmen ha sido, pues, desde hace casi cuatro décadas el cordón umbilical de la saga Estévez con España y, especialmente, con Parderrubias, donde ha pasado siempre parte de las vacaciones de verano. Profesora de inglés en un colegio madrileño, acaba de jubilarse, lo que implica que, además de a Estados Unidos, podrá menudear las escapadas a Salceda. La agenda de su hermano Martin es un poco más complicada, lo cual no le impide viajar a España con más frecuencia de la que se tiene noticia. «Si viene a trabajar se sabe, pero si viene para ver a la familia lo hace de incógnito».
El orgullo de ejercer de gallego del actor lo ha llevado también al fútbol. Desde la temporada 2009-2010 presume de su carné de socio del Real Club Celta. Fue uno de los regalos que recibió con motivo de su 69 cumpleaños. También aquel día estaba en Galicia, en concreto en Santiago, hasta donde se desplazó la hija del presidente del club, Marián Mouriño, para entregárselo en persona junto a la camiseta celeste. Prometió acudir a Balaídos el primer día que su presencia en Vigo coincidiera con un partido del Celta.
«Emilio Estévez: ¡Yo soy el más gallego de la familia!»
Emilio Estévez lo tiene claro: «¡Yo soy el más gallego de mi familia!». Aunque su padre, Martin Sheen, sigue figurando en el pasaporte como Ramón Estévez -«a veces se producen situaciones curiosas en los aeropuertos», dice el hijo-, es el apellido materno de origen irlandés por el que es más conocido, al igual que su otro hijo, Charlie Sheen, cuyo nombre original, por otra parte, es Carlos. Sin embargo, Emilio nunca renunció al apellido de su abuelo paterno Francisco: «Emilio Sheen no suena muy bien, ¿verdad?».
El apellido es inequívocamente gallego, pero la conexión va más allá de un simple nombre. La figura de Francisco Estévez ha sido motivo de inspiración para Emilio, quien a pesar de ser un niño cuando falleció su abuelo, se siente muy unido a él. La película sobre el Camino de Santiago, The Way, que ha escrito y dirigido, es, en buena medida, una búsqueda de sus propias raíces, además de un homenaje a Francisco, a quien ha dedicado el filme. «Aunque solo tenía 12 años cuando mi abuelo murió, siento que lo conozco muy bien», dice el cineasta.
CULTURA GALAICA
Fascinado por su abuelo, Emilio Estévez ha replicado en su casa californiana de Malibú un estilo de vida lo más próximo posible a lo que se imagina debía de ser esa cultura galaica de autosuficiencia. «Francisco plantaba patatas y vino, criaba pollos... y todo eso me ha llegado a mí», dice Emilio, quien además asegura que su vocación hortícola se ha desarrollado de forma totalmente natural: «La epigenética trata de explicar, entre otras cosas, cómo tenemos aptitudes para ciertas tareas sin haber recibido una formación para ello. A mí me pasa con mi huerta, siento que he heredado la habilidad de mi abuelo. Lo gracioso es que se ha producido un salto generacional, porque a mi padre estas cosas nunca le interesaron». Cierto, porque Martin Sheen, que vive en la misma calle que Emilio, se llevó las manos a la cabeza cuando su hijo arrancó el césped para plantar viñas. Aquello fue en el 2005 y aquella primera tentativa vinícola ha desembocado en una marca, Casa Dumetz, que embotella un caldo elaborado con pinot noir; Estévez comparte el proyecto con su pareja, Sonja Magdevski, aunque en la etiqueta figura solo como Don Emilio.
De sus progresos como agricultor Estévez mantiene informados a sus seguidores de Twitter, donde publica fotos de sus tomates o de sus judías, variedad que en Estados Unidos recibe el nombre de «española». «Son las más dulces del planeta», declaró Estévez a La Voz esta misma semana. «También cultivo pimientos de Padrón a partir de las semillas que me traje de España y hago mi propio vino con las uvas de mi huerta», añade. En la misma comunicación desmiente que su abuelo pueda haber tenido otros hijos: «Es imposible. Se fue a Cuba en 1914, con 16 años».
Estévez se siente continuador de un linaje que tiene en su abuelo a su figura más destacada, por lo que pocas cosas lo han hecho más feliz que el matrimonio de su hijo Taylor con una chica española. Se conocieron peregrinando a Santiago: «Un milagro del Camino».
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